Entrevista

 

Mariano Gambín (Melilla, octubre de 1963), autor de siete libros e infinidad de artículos merecedores de varios galardones, abogado en ejercicio, doctor en Historia, especialista en el siglo XVI canario…, además, deportista de élite, padre de dos hijas…

¿Puede decirse que goza usted de una trayectoria marcada por un enorme éxito comercial y personal?

«Siempre me ha gustado complicarme la vida”. Todo es relativo, visto así suena muy bien, pero el éxito es muy relativo. Esto ha sido una labor que se ha ido desarrollando a lo largo de los años.»

Vive, trabaja y escribe en Santa Cruz de Tenerife —¿Cómo combina su faceta de letrado y de escritor? ¿Influye una sobre la otra?

«La verdad es que poco, algún detalle jurídico puedes encontrar en mis novelas, pero no son novelas jurídicas; podría hacerlo si quisiera. Realmente me gusta más el tema del misterio y las leyendas. Mis personajes siempre se encuentran con un enigma, algún misterio en el presente y para aclararlo tienen que retroceder en el tiempo.»

¿Cuál es su metodología en el proceso de escritura? ¿Es continuo? ¿Suele llevar una libreta para anotaciones o escribe directamente en el ordenador? ¿Tira a la basura el texto que no le satisface?

«Yo engaño mucho a la gente (ríe). No, no hago nada de eso. Generalmente lo tengo todo en la cabeza y cuando empiezo a escribir, durante los primeros meses no llevo una metodología continua. Escribo cuando me apetece, cuando tengo tiempo o cuando no estoy cansado. A veces escribo tres o cuatro capítulos a la semana. Normalmente cuando avanzo o cuando voy por la mitad me entran ganas de terminar o simplemente la novela ya me atrapa, entonces me gusta dedicarle más tiempo y ya escribo todos los días, incluso me planteo unos objetivos semanales. Lo que sí me ha ocurrido es empezar un libro y pararlo para empezar otro; lo termino y luego retomo el primero. Por ejemplo, El viento del diablo lo empecé antes de La Casa Lercaro, pero en ese momento, cuando iba por el capítulo XIII me llamaron de la editorial y tuve que comenzar a escribir La Casa Lercaro

Trilogía Ira Dei – Círculo Platónico – Casa Lercaro.

«No exactamente, porque cada uno de ellas tiene una trama que empieza y acaba en sí misma. No me gustan las novelas de “continuará”. El lector que se acerca a cualquiera de mis novelas, si le gusta, luego se interesa por las demás.»

Estilo. Todas sus novelas tienen en común un estilo cinematográfico.

«Yo, una novela me la imagino como una película, con tomas, con secuencias. Siempre hago dos o tres tramas paralelas. Reconozco que tengo un estilo americano que no se da en la literatura española.»

¿Cómo fue su infancia en Melilla y Santa Cruz de Tenerife?

«Nací en Melilla porque me llevaron a nacer allí. Mi padre es médico y trabajó en el sur de Marruecos, lindando con Argelia. Tenía que haber nacido en Marruecos, pero me llevaron a nacer donde vivían mis abuelos en aquel entonces, en Melilla. Esta es la única razón por la que aparece Melilla en mi carné. Mi infancia transcurrió en Marruecos. Al nacer mi hermana fuimos a Larache, una ciudad costera donde había una colonia importante de españoles. Más tarde mi padre decide venir a España, preparar unas oposiciones y buscar un clima lo más parecido al de Marruecos y por eso vinimos aquí. Desde los 7 años vivo en Santa Cruz de Tenerife, soy canario.»

¿Era usted un buen lector? ¿Cree que esto es determinante a la hora de escribir? ¿Cuáles fueron las lecturas que más le marcaron en su niñez?

«Creo que sí influye. Yo me inicié con los cómics. Era un devorador de cómics: Astérix, Tin Tin, Capitán Trueno, Jabato, El Guerrero del Antifaz… Mi padre era un gran lector. En casa había una biblioteca enorme. Eso influye mucho.»

Es usted experto en historia de Canarias. ¿Qué episodios de la historia de Canarias considera los momentos más negros y los más brillantes? ¿Cuáles ha utilizado ya como recurso para sus novelas?

«Apenas los he utilizado. No me ha hecho falta, pero lo tengo ahí. El momento más brillante y más oscuro al mismo tiempo, es el mundo de la conquista. Es un momento tan espectacular que oscurece todo lo que hay detrás. De hecho, acabo de terminar un libro que ya tenía escrito, pero lo he puesto al día sobre la colonización, la etapa posterior a la conquista.»

En su caso, la popularidad no está relacionada con la calidad. Pero ¿qué postura adopta usted ante ciertas opiniones que sostienen que todas las obras que venden miles de ejemplares son meros productos comerciales creados con el objetivo específico de recaudar dinero? ¿Cree que cualquier obra por haber tenido éxito en el mercado puede considerarse una obra maestra? ¿Se siente cómodo si encasillan sus obras como Best Seller? Casa del Libro de Madrid, el Fnac, El Corte Inglés, etc. son grandes delatores de que su libro ha estado en las listas de los más vendidos.

«Sí, por supuesto que me siento cómodo.  Yo creo que el que escribe no escribe pensando que va a ser un Best Seller; esto es solo una consecuencia de luego, si gusta o no gusta, o si te recomiendan… Normalmente el Best Seller va en función del número de ventas. Soy consciente de que mi narrativa no es una narrativa profunda, es un producto de entretenimiento que yo he hecho para divertirme y para divertir, como una película. Me gusta escuchar a la gente que se ha leído la novela y que no la ha podido soltar hasta el final.  El hecho de que todas mis novelas estén todavía en las librerías es sintomático. Recientemente me acaba de llegar la octava edición de Ira Dei, mi primera novela.»

Gran parte de su obra está arraigada en La Laguna. Ha sabido combinar las leyendas con su gente común, con el desarrollo de la ciudad, con sus conflictos y su idiosincrasia. Con ello no solo ha conquistado a los lectores de Tenerife, sino que tiene vendidas en España más de cuarenta mil copias solo de su primera novela. Confiese: ¿Qué le ha aportado La Laguna para que su vena literaria nazca y pase de su cabeza al papel? ¿Es consciente de que gracias a los acertijos de su Trilogía la ciudad de La Laguna se ha convertido en referente para millones de personas?

«Yo elegí La Laguna porque quería hacer una novela de misterio en un lugar antiguo, y ¿cuál es el lugar antiguo por antonomasia (con perdón de los orotavenses)?: La Laguna. Es una ciudad que tiene leyenda, que tiene mitos urbanos, que tiene casas misteriosas y en la que en las noches de invierno la bruma se adueña de la ciudad, lo que le da un halo misterioso. Pues esta conjunción de detalles es lo que ha hecho que ese fuera el escenario.»

¿Cómo se sintió al terminar con los personajes que le han acompañado durante esta trilogía? ¿Deja usted siempre en sus obras un espacio al lector para que se haga su propia explicación de los hechos?

«Sí, hay libros que tampoco los cierro del todo; el lector tiene que llegar también a sus propias conclusiones.»

Suponemos que se lo han preguntado en infinitas ocasiones, pero no podemos evitar sentir la curiosidad, ¿cree usted en los fantasmas y los fenómenos sobrenaturales?

«No, no creo para nada, pero no tengo ningún interés en que nadie me demuestre lo contrario.»

Nuevo proyecto:

«La Mansión, actualmente en las librerías. Otra novela ya escrita pendiente de su publicación. Una trama de peligro nuclear mundial. También hay otro proyecto, que no es narrativa, sino la publicación de 14 tomos de historia.»

¿Qué hay del cine?

«Hay ya siete novelas para una serie…»

Sin más y tomando un café en la Plaza de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife, terminamos de hablar con este hombre polifacético, letrado con vocación de escritor, historiador, conocedor de nuestras señas de identidad, amable, divertido y sobre todo un referente de la literatura de Canarias del siglo XXI por su lenguaje ágil y cuidado, por su prosa efectiva que engancha y que conduce de forma plácida por la narración, por sus capítulos cortos, muy descriptivos y con escenarios fascinantes, por su asombrosa capacidad para describir paisajes y crear atmósferas. Por sus personajes perfectamente caracterizados y porque nunca deja que el ritmo de la obra decaiga, inyectando a la urdimbre de la trama misterio, acción, aventuras, elementos sobrenaturales.